18 de diciembre de 2008

Del humor en el amor

El humor, sencillamente, puede marcar la diferencia en el devenir de una pareja, porque cuando es frecuentemente  bueno se convierte en uno de los principales ingredientes para que una relación fluya con vitalidad y continuo gozo de la compañía mutua, mientras que, por el contrario, el predominio del malhumor es causa de tropiezos y roces constantes, en ocasiones hasta llegar a la destrucción de la convivencia.Viva el amor libre

Robert K. Cooper, en su libro Aprenda a utilizar el otro 90%, cita un estudio de los psicólogos A. Ziv y O. Gadish, realizado sobre cincuenta parejas casadas. Llegaron a la conclusión de que “el humor era el responsable del 70% de la diferencia de felicidad entre las parejas que disfrutaban de la vida y las que no lo hacían.”

Pero más aclarador que recurrir a las estadísticas a que son tan aficionados muchos estudiosos, es atender a la evidencia personal: pensad en parejas que conozcáis. ¿Habéis visto cuánto puede llegar a corroer una relación el mal humor, y cuánto sin embargo puede llegar a cimentarla y fortalecerla el bueno? Si observáis con atención, veréis qué frustraciones, malestares y hasta rencores de peligrosa deriva puede provocar a diario la mala costumbre de tomar las cosas con mal humor; y podréis comprobar también cómo el inteligente hábito del buen humor lubrica la convivencia, hace llevadera la parte dura de la vida, nos pone por encima de los problemas, evita o sana confrontaciones, nos lleva a sentirnos mejor con nosotros mismos y con nuestro prójimo. ¿Y no son acaso deliciosos el entendimiento, la complicidad y la alegría en esas relaciones de amor trufadas con buen humor?

Como veis, tenemos aquí un estupendo motivo más para cultivar el buen humor en nuestras vidas. ¿Podemos pensar hoy algo sobre cómo hacerlo? Ahí va una idea: no os toméis tan a pecho y os metáis tan hasta el fondo de las cosas que hacéis, que las convirtáis en un sombrío pozo en el que no veis más que lo que tenéis justo delante de vuestros ojos o entre vuestras manos; no os centréis tanto en el logro de un resultado que os ceguéis para otras dimensiones de la realidad que personalmente importan -especialmente, la buena convivencia con quienes forman nuestro mundo personal.

En lugar de ello, podéis ejercitar la capacidad de mirar con perspectiva, sabiendo distanciar oportunamente vuestra mirada de aquello que tenéis entre manos, dándoos cuenta de lo que en el fondo más importa (por ejemplo, el trato personal y comprensivo con alguien) y siendo consecuentes con ello; y buscando además los aspectos graciosos, irónicos o simpáticos que una mirada alegre o divertida sabe encontrar. Así las circunstancias no os podrán superar, sino que seréis vosotros quienes sabréis estar “a la altura de las circunstancias”, justamente por saber mirar las circunstancias desde la conveniente altura, por encima de ellas, sin supeditarnos a las mismas.

¿No creéis que nada es tan importante para nuestra felicidad como nuestras relaciones amorosas? Si es así, sed consecuentes en la práctica diaria y no pongáis de hecho nada por encima de ellas; y menos, naderías o pequeñeces, que más merecen sonrisas y comprensión que enfados y reprimendas, y que al fin y al cabo reflejan nuestra humana condición. La cual me niego a utilizar, como tantas veces se hace, sólo para referirme a conductas oscuras o negativas; mucho más humanas, y también más inteligentes, son las conductas y actitudes luminosas y positivas. Que son, por cierto, las más íntimamente relacionadas con el buen amor y el buen humor.

Ya veis que puede estar mucho en juego, comenzando por el logro de una feliz y compenetrada relación o lo contrario, la frustración y el dolor de los amores fracasados, destruidos por falta del necesario cuidado. Siendo tanto lo que nos jugamos, cultivemos ese espíritu juguetón del buen humor, busquemos divertirnos y jugar un poco con las cosas que pasan, y especialmente con las que nos pasan. De ese modo nunca nos sobrepasan. Y recordemos que siempre hace especial el plato del amor, sazonarlo con la especia del buen humor.

[La divertida foto es de nRibas en http://www.flickr.com/photos/nribas/1388798690/ ]

7 de diciembre de 2008

Bienaventurados

El álbum de Joan Manuel Serrat Bienaventurados contiene un buen número de canciones que me hacen disfrutar; con una sonrisa por su sorna, la bien contada y cantada versión del cuento de La rana y el príncipe; con no menos diversión y gusto esa graciosa mezcla de fórmula mágica e irónicos consejos que contiene la risueña Receta para un filtro de amor infalible. Conmovedora y concienciadora es la bella canción llena de sencillos aciertos que se titula Quizá llegar a viejo –de la quiero decir otro día algo más. Los fantasmas del Roxy, poético y justiciero desquite que “venga” a un cine barcelonés que fue derribado para poner un banco, es una gozada de melodía y ritmo (un fox-trot que me hace imaginar un baile de dos de los protagonistas de este tema, Fred Astaire y Ginger Rogers); y es además una deliciosa narración, la cual escribió el cantante en colaboración con Juan Marsé, basándose en un relato de este. También nos canta (y nos encanta) Serrat Especialmente en abril, envolvente y lírica como un día de despertar de primavera, en cuyas delicias cordiales se recrea precisamente la canción. Igualmente digna de mención y aun de reflexión es Detrás está la gente, que se podría ver como una sencilla y sugestiva definición de la intrahistoria, esa historia en voz baja de los pueblos constituida por las pequeñas historias de las personas que somos todos, y que no aparece en la Historia de fechas y hechos decisivos que cuentan los libros de texto, ni tampoco normalmente en las noticias de los medios de comunicación.

Quería comentar un poco más la canción que da nombre al disco. Nuestro cantautor combina en ella, como hace frecuentemente, cierta sabiduría vital que no por sencilla y popular es menos sabia, junto con sus graciosas pizcas de ironía bienhumorada. En ella, como en otros temas de este álbum, Serrat nos divierte y enseña, como suele ocurrir con quien sabe divertirse a la par que aprende; a veces lo hace en el sentido literal de enseñar, mostrar, pues muestra la humana realidad de algo.

La canción a que me refiero, Bienaventurados, tiene una estructura que se puede dividir en dos partes similares, en cuyas introducciones se haya graciosamente expresada una “filosofía de vida”. Con el mismo gusto con que las escucho -¡y las canto!- os las dejo aquí escritas.Bienaventurados

La vida te la dan pero no te la regalan,

la vida se paga por más que te pene,

así ha sido desde que Dios echó al hombre del Edén

por confundir lo que está bien con lo que le conviene.

Si a plazos o al contado la vida pasa factura

rebaña y apura hasta las migajas,

que si en cada alegría hay una amargura,

todo infortunio esconde alguna ventaja.

(...)

En cualquier circunstancia, por lastimosa que sea,

busca la manera de comer perdices,

que a pesar de lo alto que nos coloquen el listón

hay que brincar con la intención de ser felices.

(...)

Sí que son planteamientos acertados... si queréis ser bienaventurados.

Y es que sólo puede ser bienaventurado quien aprovecha bien la aventura de la vida.

*****

[Os dejo enlaces a un par de vídeos de canciones citadas, para que puedan ser directamente disfrutadas.]

Los fantasmas del Roxy, en directo.

Receta para un filtro de amor infalible; contiene diapositivas de una población, Canet de Mar, pero es el único vídeo que he encontrado en que se escucha esta canción con buen sonido y, bueno, tampoco está mal ver los encantos de ese atractivo lugar.

[Carátula de Bienaventurados tomada de http://www.coveralia.com]