28 de noviembre de 2008

Lo que crees... efectivamente

“Tanto si piensas que puedes, como si piensas que no puedes, estás en lo cierto.”

Henry Ford

Quien está plenamente convencido de que puede lograr algo, frecuentemente lo consigue; quien, por el contrario, se persuade de que no puede realizar su pretensión, se convierte generalmente en profeta y provocador de su propio fracaso. En ambos tipos de casos es, por lo menos, lo que en la gran mayoría de ocasiones suele ocurrir; quiero decir, solemos hacer que ocurra. Nada suele ser tan decisivo como la fuerza de la fe que seamos capaces de poner en nuestras posibilidades de hacer realidad algo, el grado de convicción acerca de la conquista de nuestras metas.

Entre una vida superior y llena de logros y otra muy inferior resignada a la mediocridad y la pobreza vital no suele haber más diferencia que la que hay entre el puedo y el no puedo. Y ese poder suele ser una cuestión de aprender a motivarse –nadie nace sabiendo hacerlo-, mientras el no poder suele ser una costumbre aprendida, potenciada por la inercia y por lo fácil que es entregarse a lo más cómodo.

Si en lugar de dejarnos llevar por esas cómodas posturas del no puedo, no sé, no es posible, es demasiado difícil, actuamos como si pudiésemos lograr lo que queremos y como si tuviéramos que hacerlo porque nos estuviésemos jugando algo importantísimo para nosotros, descubriremos generalmente que, en efecto, sí podemos, o por lo menos que somos capaces de llegar en el empeño bastante más lejos de lo que habíamos creído. Pienso que puede ser enorme esta “fuerza del como si” si la sabemos emplear.

El autor de la cita que encabeza este texto nos puede aportar también un ejemplo que la ilustra.Henry Ford

Henry Ford tuvo una idea que se propuso firmemente convertir en realidad: construir para sus automóviles un motor  de ocho cilindros fundidos en un solo bloque (el llamado motor V-8 por su forma de V) a bajo coste. En aquel entonces, a finales de los años veinte, aquello pareció imposible, al menos así se lo aseguraron, uno tras otro, todos los ingenieros de su empresa a los que se presentó el proyecto.

Ante el plan –y los planos- del nuevo motor los ingenieros se mostraban completamente escépticos. El fundador de la Ford Motor Company, que además era un buen inventor, no se echó para atrás ante esta supuesta certeza de todos los expertos en el asunto y les pidió que, de cualquier manera, lo hicieran. Para él, la palabra imposible sólo significaba que no se había encontrado todavía la solución. Pese a los aparentes obstáculos insuperables que le objetaron los ingenieros, Ford les instó a que se pusieran manos a la obra y se esforzaran en lograrlo empleando el tiempo que hiciese falta.

Pasaron bastantes meses y muchos frustrados intentos. Los ingenieros de la Ford hubieran querido rendirse, cada vez más convencidos de la imposibilidad en la cual, a pesar de todo y de todos, no creía el jefe de la empresa. En la reunión mantenida cuando ya había pasado un año, Ford les ordenó que siguieran intentándolo, pese a la falta de resultados: “lo quiero y lo tendré”. Pienso que es posible que si hubiese sido español, a los “no podemos” de los ingenieros acaso hubiese contestado “pues hagan un poder”. Y esto fue en cierto modo lo que les exigió, que actuasen como si pudiesen lograrlo, sin rendirse en ningún caso; el resultado fue que, no mucho más tarde, lo consiguieron.

Fue un gran avance en la historia del automóvil; y ciertamente también un caso ejemplar en la historia de la fe en los grandes logros. Podríamos decir que Ford tuvo el genio –en cuanto a carácter y en cuanto a visión- suficiente para sacar todo el ingenio de sus ingenieros hasta lograr la obra... genial.

Cuando sabemos apostar con convicción por nuestros deseos y proyectos, poniendo nuestro entusiasmo y nuestros mejores esfuerzos en ellos, como poco nos aseguramos aquello que nos podemos exigir, que no es un resultado, sino el dar lo mejor de nosotros mismos en nuestros proyectos vitales. Y eso, además, suele dar unos estupendos frutos, a veces increíbles.

Mi deseo es que si os preguntase individualmente: “¿crees que puedes convertir en realidad los deseos que en el fondo más te importan?”, me pudieseis contestar cada vez con más confianza, convicción y optimismo justificado por vuestras actitudes y actos.

[Fotografía de Henry Ford tomada de http://www.biografiasyvidas.com/ ]

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